Para llegar a la equidad salarial necesitamos 160 años o solo una decisión Micromachismos: no construyen una cultura de equidad laboral.
En el marco del Día Internacional de la Mujer es importante reflexionar sobre el posicionamiento de las mujeres trabajadoras y la equidad en el campo laboral en nuestro país.
Actualmente según cifras del Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) la participación de las mujeres en la fuerza laboral llegó a un porcentaje del 45% a finales del año pasado.
A pesar de que las cifras son mejores que años anteriores aún falta mucho por hacer, las mujeres nos enfrentamos a estancamiento en puestos de medio rango, comentarios inapropiados, hostigamiento, acoso sexual, brecha salarial, jornadas extras sin pago adicional y otros retos.
Actualmente dentro de Revitaliza somos más mujeres que hombres y es importante analizar que esta situación no nos exenta de actitudes machistas, pues reconocer que tod@s fuimos criados dentro de una sociedad predominantemente patriarcal y que tenemos muchos sesgos de género se evidencian tanto en la vida laboral como en la vida en general.
¿Cómo podemos combatir estas conductas que están normalizadas?
1. Niña, señorita y damita.
Usar el término niña para referirse a una mujer de más de 18 años es una forma de infantilizar y ejercer violencia. De algún modo viene de esta actitud paternalista de que las mujeres siempre necesitamos cuidado y protección.
Utilizar diminutivos para referirse a algunas mujeres dentro del entorno laboral sin su autorización o sin conocerlas es desacreditar su estatus profesional y es una práctica que al parecer cariñosa pasa muchas veces desapercibida aún ejercida por mujeres. La normalización de ese infantilismo perpetúa estados constantes de devaluación, miedo e incapacidad.
Hablarle a alguien que conocemos y queremos de una forma es una cosa y tratar a una mujer como alguien incapaz es algo muy distinto. Lo primero que puedes hacer para evitar esta actitud es preguntarle a la otra persona cómo se siente al respecto y tratar de corregir este tipo de palabras en una reunión de trabajo y actividades laborales con externos.
2. ¡Pinche loca, ni que estuvieras tan buena!
Muchas de nosotras hemos pasado por momentos incómodos en la industria de la construcción, es decir, hemos estado inmersas en momentos incómodos por nuestro género. La reacción natural, tristemente, es pensar que nosotras somos las del problema, que nos lo imaginamos o que tal vez estamos exagerando.
Confía en tí, si te sientes incómoda, no estas loca. Este es un caso típico de acoso, que se da de distintas maneras: que bonita tu voz, cuando sonríes te ves mejor, miradas hostigantes y otras formas más. Se vive de muchas formas pero la base es la misma, las mujeres somos vistas como un objeto de deseo que se puede poseer a cualquier hora.
¿Cómo reaccionar si notas un comportamiento inadecuado por parte de un proveedor o colaborador? Lo primero es señalar esa actitud al momento, para validar la sensación de quien lo recibe y para hacer notar que dentro de nuestra cultura laboral esos comentarios o acciones no están permitidas.
3. Él es un líder firme, ella es una loca.
Los adjetivos calificativos que utilizamos para referirnos a un hombre y a una mujer particularmente en puestos de liderazgos están marcados por prejuicios de género. Cuántas veces hemos oído la frase: Ay es que la jefa está loca, pero si es jefe tiene mucho sentido de liderazgo, se nota que es firme y asertivo.
Son pocas las mujeres a nivel mundial en posiciones de liderazgo, porque durante muchos años se creyó erróneamente que el talento y las habilidades estaban relacionadas con el género. Ideas cómo: es que las mujeres son muy hormonales y no pueden tomar decisiones imparciales o en cualquier momento se embaraza y deja el puesto botado, llenaron el imaginario colectivo y muchas de nosotras crecimos creyendo que esos puestos sólo los podían llenar los hombres y eran inalcanzables para nosotras.
Dejar de usar palabras que denotan una predisposición de género respecto a los roles dentro de una organización es un buen inicio para que las próximas generaciones sepan que pueden llegar a esos puestos sin tener que ser superdotadas o extraterrestres.
4. Como gorda en tobogán.
En los últimos años todos hemos oído la frase: Ya no se puede hacer chiste de nada porque de todo se ofenden. Sorpresa, el sentido del humor también evoluciona. Lo que antes nos daba risa ahora sabemos que es poco gracioso y ofensivo hacía ciertos grupos.
El lenguaje es importante, construye la realidad y evoluciona según lo que queramos construir. Es algo que podemos cambiar inmediatamente, está en nuestras manos la forma en cómo nos expresamos sobre las demás personas. Que siempre hayamos hecho las cosas de la misma manera no significa que sea la mejor manera de hacerlas.
Hacer conciencia de cuáles son las frases que están en tu cotidianidad y que puedes decir de otra manera o pensar dos veces antes de hablarlas, es una forma de alentar una cultura de equidad en nuestro entorno.
5. Derecho de piso.
Es un hecho que cuando llegamos a un lugar hay que pagar la cuota del novato. Es una forma primitiva de demostrar a otros con ciertas pruebas que estamos capacitados para estar en ese sitio. Para la mayoría esa cuota se cubre una vez, sin embargo las mujeres tenemos que probarnos permanentemente para ganarnos ese respeto.
De entrada muchas veces se asume que por default no sabemos del tema, por lo que poner en duda constantemente nuestras capacidades o demostrar poco interés cuando una mujer está hablando es una forma de invalidación.
¿Cómo enfrentar esta situación? Haciendo uso de los límites de respuesta inmediata, lo que significa estar calmada, no subir el tono de voz, evidenciar lo que está sucediendo sin engancharse y no perder el objetivo de la reunión.
Date chance, es un proceso y como todo proceso tiene su altos y su bajos. Aceptemos que no se pueden borrar años de actitudes aprendidas de la noche a la mañana, pero si se puede desaprender lentamente y cuestionar esas creencias para ir avanzando en temas de equidad.